Los productos de financiación, como créditos y préstamos, son la base de las ganancias de las entidades bancarias y empresas privadas financieras. Sin embargo, suele ocurrir que algunos solicitantes, por tener un mal historial de crédito, son rechazados por la entidad, a menos que presente un avalista. Para muchos, ser avalista de un crédito no es para nada sensato, mientras que otros se arriesgan a serlo depositando toda su confianza en el avalado. En este post te explicamos con detalle qué es un avalista, cuáles son sus responsabilidades, los riesgos de ser un avalista y otros aspectos sobre este tipo de contratos.

¿Qué es un avalista?

El avalista es una figura, ya sea persona natural o empresa, que se compromete por escrito, a través de un contrato unilateral, a cubrir el pago de un crédito contratado por un tercero. En caso de que el deudor incumpla los pagos, la responsabilidad caería sobre el avalista, el cual tendrá que hacerse cargo de los pagos incumplidos. El avalista puede existir en operaciones como préstamos personales, créditos hipotecarios o vehiculares, etcétera.

Por su parte, se conoce como aval el contrato presentado por esta persona ante el acreedor en beneficio de un tercero. En este sentido, un aval también puede ser un activo o posesión material, que sirva de garantía al banco ante el impago de la deuda. Pero cuando hablamos de avalista se trata de la persona, natural o jurídica, que forma parte de la operación firmando para asumir esa garantía de pago. Esta persona se compromete con todo su patrimonio, presente y futuro, a responder por la deuda impaga del avalado, y de allí sus altos riesgos.

¿Por qué algunas personas requieren de un avalista?

Cuando una persona solicita un crédito de cualquier naturaleza, el banco o empresa privada investigan y evalúan el historial crediticio del solicitante en ASNEF. Este es un registro público en el que se ve reflejado a detalle el comportamiento de pago del solicitante ante deudas pasadas.

  • Si resulta que la persona siempre ha cumplido puntualmente con sus obligaciones de pago, su historial de crédito será positivo, y solo bastará que cumpla el resto de requisitos para que su solicitud sea aceptada sin necesidad de presentar un aval. Pero si la persona tiene registros de impagos y moras, su historial crediticio estará negativo, lo que significa que el banco rechazará su solicitud. La opción de estas personas es presentar un aval, ya sea una propiedad a su nombre o un activo, o bien un avalista. Esta persona, a su vez, deberá tener un historial positivo y presentar comprobantes de que puede asumir este compromiso.
  • Esta situación puede presentarse tanto en entidades bancarias como en empresas privadas de préstamos online, hipotecas y otros productos de financiamiento.

¿Cuáles son los riesgos de ser avalista?

Tomando en cuenta lo anterior, podemos notar que ser un avalista no es una decisión que deba tomarse a la ligera. Ni siquiera debería basarse en el tipo de relación (consanguínea, afectiva o profesional) que tengas con el avalado. Veamos los principales riesgos de asumir la responsabilidad de pago de un tercero.

1. Tendrás que pagar si el avalado no lo hace

De entrada, el riesgo de ser un avalista es que tendrás que pagar la deuda que estás respaldando en caso de que el avalado no la pague. Y esto es una alta probabilidad si tuvo que recurrir a un avalista para que el banco lo aceptara en primer lugar, ya que no reunía las condiciones para ser un sujeto de crédito. Y, como mencionamos antes, te comprometes con todo tu patrimonio, presente y futuro, sin restricciones. En este punto es importante recordarte que puedes ser un avalista parcial, comprometiéndote a pagar una parte de la deuda en caso de impago del avalado. Al final, esto no elimina los riesgos de ser avalista, pero reduce la cantidad que te comprometes a pagar.

2. Afecta tu capacidad crediticia

El segundo riesgo de ser un avalista es que tu propia situación financiera y capacidad crediticia pueden verse afectadas. Cuando eres avalista, estás asumiendo una deuda con el acreedor, aunque no sea tuya, por lo que se verá reflejada en la base de datos de la CIRBE (Central de Riesgos del Banco de España). Por ende, esto limita tus propias oportunidades de solicitar financiamiento mientras este compromiso siga vigente. Es decir, cuando quieras solicitar un crédito, es probable que el banco te diga que no tienes suficiente capacidad crediticia por ser aval de otra deuda. O que solo puedes acceder a un monto limitado de dinero. Esto aplica tanto a los productos bancarios como a los créditos online, que son aquellos comercializados por empresas privadas.

3. Te arriesgas a dañar tu historial

Por lo general, la persona que firma como avalista de otra tiene los medios económicos necesarios para asumir dicha responsabilidad. De hecho, el banco se encarga de ello, ya que no tendría sentido que una persona que no es sujeto de crédito sea aval de otra. En este sentido, dicha deuda quedará registrada en tu historial de crédito, de allí lo que mencionamos en el punto anterior. Esto podría dejarte en una situación financiera vulnerable e incluso pondrías en riesgo tu propio historial, que ya viene limpio, pero que fácilmente puede pasar a ser negativo. Esto te situaría en la famosa lista de morosos (RAI o ASNEF), por lo que dejarías de ser sujeto de crédito, cerrándote muchas puertas.

4. Puedes afrontar embargos y acciones judiciales

En vista de que el avalista se compromete con todo su patrimonio, puede darse el caso de que el banco embargue los bienes de esta persona, de acuerdo con lo establecido en el contrato. Recuerda que las responsabilidades de la deuda son iguales tanto para el avalado como para el fiador. En el peor de los escenarios, puede afrontar acciones judiciales en su contra por impago de la deuda de su avalado. Pero, ¿no debería ser embargado el deudor en lugar del avalista? Pues, en primera instancia así es. El banco realizará una investigación sobre la situación económica y patrimonial del deudor en primer lugar. Pero puede darse el caso de que este se encuentre en bancarrota, sin activos, bienes ni propiedades embargables para pagar su deuda. En este caso, el avalista deberá pagar la deuda. ¿Y si el fiador tampoco tiene liquidez para pagar o simplemente se niega a hacerlo? En este caso, toda la responsabilidad y el peso de la ley y el contrato, así como las consecuencias legales del impago, caerán sobre él y puede sufrir embargos y acusaciones legales.

5. Puedes arruinar una relación cercana

Por otra parte, hablando un poco del aspecto personal, es posible que la relación con el familiar, amigo o socio al que avalas se vea gravemente afectada por esta situación. Esto es porque el impago del avalado no solo puede darse por razones de fuerza mayor que se lo impidan.

También puede darse el caso de que la persona simplemente decida no pagar, siendo el avalista quien deberá asumir la deuda ante el banco, sin importarle la relación que tenga con su fiador. Teniendo en cuenta que como avalista tienes derecho a preguntar si todo va bien con el pago de la deuda, recuerda que el tema puede suscitar malos entendidos, recelos, discusiones, incluso venganzas. ¡Sí, aunque esto te suene a telenovela, así suele pasar!

6. Como avalista, heredas tu compromiso

Si te preocupas por el bienestar de tus hijos, cónyuge o cualquier persona que figure como tu heredero en caso de fallecimiento, debes evaluar muy bien el tomar la decisión de ser avalista. Esto es porque si el avalista fallece, no significa que el aval vaya a desaparecer, sino que la deuda se hereda a los descendientes y/o beneficiarios del fallecido.

Esto pone en una situación comprometida a personas que no tenían nada que ver con la decisión que haya tomado el fallecido. Puede que incluso estuvieran en contra de tal acción. Y, aun así, tendrán que asumir una deuda por la que no firmaron. En caso de que el fallecido sea el deudor, lo más probable es que el seguro de desgravamen cubra el resto de la deuda, ya que este seguro es precisamente para que la deuda no se pueda heredar. Sin embargo, puede darse el caso de que el crédito no contara con este seguro, de manera que la deuda sería heredable a los beneficiarios del deudor, por lo que el avalista seguiría siéndolo.

7. No puedes retractarte

Si firmaste como avalista de un tercero y, por alguna razón, ya no quieres serlo, te tenemos malas noticias. No puedes modificar el acuerdo unilateral que firmaste, y mucho menos destruirlo o desentenderte de él. Lo peor es que tampoco podrás demandar a tu avalado para que pague su deuda. Al fin y al cabo, al firmar como su fiador te comprometiste a pagar por sus obligaciones sí o sí, a nadie puedes reclamar.

Como hemos visto, ser avalista de alguien es asumir una responsabilidad incluso mayor que el propio deudor. Básicamente, no hay ninguna ventaja ni beneficio en ser avalista más que ayudar a un familiar o amigo que podría incluso sacrificar su relación contigo solo por no pagar su deuda. La recomendación es que evites esta posición financiera tan desfavorable y riesgosa de ser avalista en un crédito. Pero, si decides hacerlo, recuerda evaluar bien los riesgos mencionados en este post y asegúrate que tu avalado tenga solvencia económica, es decir, bienes que pueda vender para pagar su deuda por sí mismo.


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